Lidiar con los nuevos gennin podía ser un trabajo duro, pero lo prefería antes que el trabajo de oficina. Aunque estos niños estaban lejos de estar al nivel de los ninjas que él había puesto a prueba y entrenado, en los tiempos que corrían hoy, quizás, pudieran darse ese gusto, aunque no estaba todo de acuerdo al respecto, había prometido no ser ni demasiado brusco ni exigente…a pesar de ello, había usado su raikiri contra ellos, extralimitándose como no debía. Los gennin debían aprender: en batalla, el enemigo no se contendría y deberían pasar muchas penurias y estar